domingo, 6 de enero de 2013

La felicidad como ausencia del dolor Budismo


Las 4 nobles verdades:
1.- El ser humano vive en el sufrimiento y la falta de felicidad. Ver esta realidad es el primer paso para poder liberarnos.
La actitud religiosa nos da lucidez para mirar cara a cara el aspecto doliente de la vida: nacer, envejecer, enfermar, morir.
En medio de la impermanencia de todas las cosas, estamos como atados a la rueda del devenir, de la que no acabamos de despegarnos, a causa de nuestro apego al yo, que nos impide percatarnos de la transitoriedad y relatividad de todo.
2.- Nuestro sufrimiento es causado por nuestro ego: apegos, engaños, ilusiones, extravíos, desorientaciones.
3.- Hay dentro de nosotros una capacidad de recuperar la paz, la alegría y la tranquilidad, de liberarnos mediante la reorientación del deseo.
Dentro de nosotros mismos esta el camino para liberarnos del sufrimiento causado por le deseo y el apego, mediante : beatitud, paz, liberación, seguridad, tranquilidad, profundidad y lucidez.
4. Para ser felices y evitar el sufrimiento deberemos seguir un sendero de 8 carriles:
correcto ver y pensar; correcto hablar, actuar y vivir; correcto esforzarse, atender y concentrarse.
el arte de no exagerar. Ver y pensar sin exagerar; hablar, actuar y vivir sin exagerar; esforzarse, atender y concentrarse sin exagerar. Ver las cosas como son y adecuarse a la realidad, reaccionando sin exageración ante ella. Vivir desde sí y ante la realidad, sin exagerar ni en el modo de verse a sí mismo ni en el de ver la realidad, ni en el de actuar desde sí ante ella. ¿Qué hacer para ello? Salir de sí, nos dirán los maestros budistas por activa y por pasiva. Este salir de sí es un camino de terapia, iluminación y praxis que nos libera. Es un camino de salir de sí doblemente: en la contemplación, que da lucidez, y en la compasión, que nos hace salir hacia el otro liberadoramente.
Esta Cuarta Verdad conduce a la superación de cuanto impide, a causa de nuestras exageraciones, el dejar a las cosas ser como son, el dejar a la realidad que sea “tal cual es”, el dejar ser a las personas.
“Deja a los demás como te gustaría que te dejaran ser a tí, para estar liberado y ser libre”.
ver y pensar adecuadamente; hablar, actuar y vivir equilibradamente; esforzarse, atender y concentrarse unificadamente.
de la ilusión a la desilusión, del apego al desapego y del control al descontrol. Dicho de otro modo, abrir los ojos, tener el corazón desatado y acoger realidades y personas receptivamente y sin dominarlas.
ascesis y disciplina mental (correcto ver y pensar), la pureza moral (correcto hablar, actuar y vivir) y el conocimiento místico (correcto esfuerzo, atención y concentración).

Ver adecuadamente: mirar el mundo sin exageraciones ni prejuicios y tratar de captar las cosas como son.

Pensar adecuadamente: no dejarse llevar de lo que nos centra obsesionadamente en el propio yo; liberarse de la avidez avariciosa, la agresividad, violencia, malevolencia y cuanto distorsiona la relación con los demás tal y como son. Liberarse del modo de pensar dominador y manipulador; hacerse receptivo para con la realidad y dejar que sea pensada tal cual es.
    Hablar adecuadamente: evitar las exageraciones, tanto por exceso como por defecto, con las que desfiguramos la realidad. Evitar injurias, mentiras, dobles lenguajes y engaños disimulados; superar con lenguaje amable los males de la lengua.
    Actuar adecudamente: evitar las ofensas contra las personas que suelen provenir de la actitud dominante y agresiva contra los otros en lo relativo a la vida, la propiedad o la sexualidad. Si, en vez de oprimir y aplastar así a los demás, les dejamos ser y dejamos a la realidad ser tal cual es, aparecerá la “naturaleza búdica” de todas las cosas y respetaremos la dignidad de todas las personas.
    Vivir adecuadamente: tanto el lujo como la miseria forman parte de las exageraciones a evitar; también aquí se recomienda la “vía media” que se contenta sensatamente viviendo con lo que tiene.
     Esfuerzo adecuado: en el camino ascendente hacia la lucidez de la iluminación, el primer paso es algo tan elemental como esforzarse por evitar el mal, practicar el bien y purificar el corazón. A estas tres cosas se reduce, dicen los maestros, la enseñanza del Buda.
     Atención adecuada: en vez de perdernos en el momento presente, huyendo al pasado y al futuro, atender sin más a estar en lo que se está; en vez de dispersarnos acá y allá con mil cosas, nos paramos en lo único necesario; tanto al mirar al mundo como al mirarse a sí mismo, tanto al imaginar como al recordar, atendemos a lo esencial más allá de lo superficial.
    Concentración adecuada:  no dejarse seducir por las distracciones que nos apartan del camino; no extraviarse, ni perder de vista lo esencial; dejarse iluminar.

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